Sadio Mané no necesita introducción, lo que sí viene bien es conocer el camino que lo llevó a convertirse en el futbolista senegalés más glorioso en la historia del país, por lo hecho a nivel clubes y selección: “Nací en un pueblo de Senegal llamado Bambali. Se me consideraba el mejor jugador del pueblo, pero nadie en mi familia quería que fuera futbolista. Y yo estaba totalmente convencido de que cuando me fuera podría serlo. Lo único que me preocupaba era cómo“.
Mané lo tenía claro, quería ser jugador de futbol y sentía que tenía con qué. Pero al no contar con el apoyo de su familia para lograrlo, debió rebuscárselas. Sadio tenía 10 años cuando Senegal jugó su mejor Copa del Mundo, llegando a cuartos de final de Corea&Japón 2002: “Después de ese Mundial me decidí a ser cada vez mejor. Pero mi familia tenía otros planes para mí. Recién cuando todo en mi vida giró alrededor del fútbol, empecé a convencerlos para que me dejaran ir a Dakar, la capital de mi país”.
Si bien su familia era muy humilde, Mané contó que la situación era sostenible y en su casa sus padres trabajaban para darle la posibilidad de ir a la escuela. Pero a él solo le importaba tener una chance en algún club. Un día se entera de que el club Metz de la primera división de Francia llevaría adelante una ronda de pruebas a jugadores en Dakar, y Sadio, con un pantalón no deportivo y un calzado en pésimas condiciones, se fue a probar a escondidas de sus padres. El reclutador del club, Olivier Perrin, contó que por poco impide que se probase ya que no tenía la vestimenta adecuada, pero por suerte para él y la historia, cambió de opinión.
Fue tal la actuación de Mané durante las pruebas, que el entrenador prácticamente no lo dejó volver a su pueblo a despedirse de su familia. Tal fue así, que de Dakar partió a Metz en el año 2011 sin avisar para alistarse en el Generation Foot, academia del club: “Hola mami. Estoy en Francia. Voy a jugar en el Metz. Si no me creés, podés prender la televisión y verme”, contó el delantero que le dijo a su madre, que llevaba tiempo sin verlo.
Recuerdo cuando llegué al FC Metz. Se suponía que entrenaría desde el día que llegué pero el entrenador me dijo que me quedara en casa. No tenía crédito en mi tarjeta telefónica para llamar a mi madre y decirle que me había ido a Francia. Al día siguiente, fui con algunas de mis amigas que ya estaban en Metz y la llamé y le dije que estaba en Francia. Ella me dijo: ‘¿Qué, qué Francia?’. Ella no podía creer… le dije que sí, en ‘Francia en Europa’. Ella respondió: ‘¿Qué quieres decir con Europa? Vives en Senegal, se supone que debes estar con tu tío”. Entonces dije ‘sí, pero ahora estoy en Europa’. Estaba tan sorprendida que me llamaba todos los días para preguntarme si era verdad. No me creyó hasta que un día le dije que fuera a ver la televisión para verme jugar. Finalmente entendió que mi sueño se había hecho realidad”.
Mané no solo es reconocido por su acción dentro del campo, de hecho, en su país, es más honrado por lo que ha hecho afuera de él. En 2022 recibió el premio Sócrates por su acción social en Senegal. En donde además de mandarle dinero todos los meses a las familias más humildes de su pueblo, algo así de 100 dólares, ha invertido casi 700 mil dólares en la construcción de un hospital: “Recuerdo que mi hermana tuvo que nacer en nuestra casa por la falta de un hospital. Fue una situación muy triste para todos. Ahora construiremos uno para dar esperanza a todo el pueblo, explicó en aquel momento.
Por otra parte, invirtió 245 mil dólares para una alzar una escuela secundaria, y durante el Covid-19, aportó casi 60 mil dólares para su pueblo. “Yo pasé hambre, trabajé en el campo, sobreviví a tiempos difíciles, jugué descalzo y no fui al colegio. Hoy, con lo que gano puedo ayudar a la gente“.