Quienes siguen el tenis coincidirán en que Nick Kyrgios es dueño de un talento sin techo para jugar, y a su vez, que como consecuencia de su personalidad, se estancó muy por debajo de lo que prometía. El caso es que esa desafiante conducta, esa forma enojada de vivir que mostraba y representaba mediante indisciplina y falta de respeto, a colegas como Rafael Nadal y Novak Djokovic, empieza a cobrar sentido luego de su estremecedor relato en un capítulo de la serie Break Point, que se emite por Netflix, en donde el australiano de 28 años confiesa el infierno en el que vivió durante 2019, y cómo hizo para reponerse.
Para 2019, Kyrgios ya era un afianzado tenista y animador constante del circuito. De hecho, esa temporada la inició en gran forma ganando el ATP 500 de Acapulco, y escalando en el ranking ATP. Sin embargo, para mitad de año se le derrumbaría el castillo al australiano y viviría la peor etapa de su vida: “El 2019 fue el punto más bajo de mi carrera. Esa presión, tener todos los ojos puestos en ti, la expectativa, no podía lidiar con eso. Odiaba el tipo de persona que era. Estaba bebiendo, abusando de las drogas, perdí la relación con mi familia, alejé a todos mis amigos cercanos. Se notaba que estaba sufriendo”, empezó descargando Kyrgios, para rematar con una durísima frase: “Todo mi brazo estaba cubierto de cicatrices, es por eso que en realidad compré mi manga para cubrirlo todo“.
El toque de fondo y renacimiento por su padre
En ese escenario fue que afrontó el duelo ante Nadal en Wimbledon. Dicen, que la noche anterior al partido se dejó ver bebiendo en un bar, en una actitud totalmente fuera de control. El caso fue Kyrgios perdió ese partido y agredió con una pelota a Rafa, y no se disculpó ni en el campo ni en la conferencia: “Cuántos GS ganó… cuánto dinero ya tiene, puede soportar un pelotazo”, ironizó molesto. “Realmente estaba contemplando si quería suicidarme. Perdí en Wimbledon. Me desperté y mi papá estaba sentado a mi lado en la cama y estaba llorando sin parar. Esa fue una gran llamada de atención para mí. Yo estaba como, está bien, no puedo seguir haciendo esto. Terminé en una sala de psiquiatría en Londres para resolver mis problemas”.
Kyrgios entendió que así no podría continuar y se internó en una clínica psiquiátrica hasta recuperarse. Su agente tomó la palabra en la serie y contó que ni él ni nadie sabe qué pasó con Nick durante su estadía en la clínica, y es algo que tampoco le ha querido preguntar. Estuvo un par de semanas, y tras ello jugó el ATP 500 de Washington, el cual ganó cediendo apenas un set.
La buena para Nick fue que pudo descubrir la razón central por la que estaba en un pozo, entendía que ama el tenis, que le gusta jugar, pero no le sienta bien el nivel de exigencia que hay en el deporte para poder uno destacarse. Cambió la cabeza, y tras un 2020 de pandemia en el que hubo más tiempo para la reflexión, empezó a acercarse más a los jugadores, a su familia y amigos para resurgir y disfrutar: “Realmente no tengo ninguna expectativa ahora con mis partidos. Sólo quiero salir a jugar y divertirme, quitarme la presión y luego podemos vivir una vida más normal. Es mucho mejor así, eso seguro”.